laufamiliar

Es fundamental dominar ciertas herramientas de comunicación en nuestra vida diaria, ya que hacemos uso   de estas en el trabajo, en el supermercado, con nuestros amigos, en el restaurante, cuando saludamos al señor que   nos ayuda a cuidar el edificio, en resumen: en todo lado, con todo mundo y en todo momento.

Como padres de familia también debemos poner en práctica y mejorar estas habilidades comunicativas si queremos tener una buena relación con nuestros hijos, si queremos que ellos confíen en nosotros, nos cuenten sus problemas o preocupaciones, ya que muchas veces no saben cómo enfrentarse a esto.

¿Qué debo hacer entonces?

Primero, debemos tener presente los cambios que hemos tenido como sociedad a través de los años, hace algunos años era poco usual o no le dábamos la importancia a este tipo de cosas en las familias, nuestros abuelos, incluso, puede que algunos de nuestros padres creían que lo más importante era tener el sustento diario, un lugar donde vivir y que a los hijos no les faltara nada, podríamos decir, que los hijos estaban bien, si tenían todas sus necesidades físicas cubiertas. Pero ahora,  hemos avanzado un poco en este tema, le prestamos un poco más de atención al tema de la salud mental, el bienestar emocional de nuestros hijos, de construir una relación afectiva sana y cercana con ellos, buscamos un poco más de confianza y que tengan la seguridad de que mamá y/o papá están ahí para ellos.

Martínez, propone que la familia no se limita al simple hecho de ser un grupo de personas que comparten un techo, vínculos sanguíneos y apellidos. Entendamos y seamos consientes que la familia es una comunidad en la cual sus miembros tienen fuertes lazos afectivos y en la que debe existir un elemento que la diferencie de los otros grupos a los que  pertenecemos.

Es diferente informar y dialogar

Francisco Uña hace énfasis en que informar es un proceso en el cual el emisor (la persona que da el mensaje), ejerce poder sobre el receptor (el que recibe el mensaje), la comunicación va en una sola dirección, su fin es guiar la conducta del receptor y el éxito del mensaje depende de la obediencia del receptor.

Por otro lado, dialogar es un proceso equitativo en el que los participantes intercambian papeles constantemente, es decir, el emisor se vuelve receptor y viceversa en el transcurso del diálogo, el mensaje va en ambas vías, ya que todos los participantes tienen el mismo acceso a la palabra, el fin del proceso es el aprendizaje mutuo y la creación de un espacio de comprensión.

Según Aubert, García y Racionero, distinguir estos dos términos es muy importante para entender que el proceso que genera una verdadera comunicación  y además, crecimiento personal  y familiar es el DIÁLOGO.  

En la actualidad los que ahora somos padres, hemos crecido con la televisión y medios de comunicación, entonces nos acostumbramos a hacer uso de un discurso de tipo informativo en una sola vía, es decir, nos limitamos a recibir la información.

Por su parte, Gutiérrez plantea que los niños de ahora también crecieron frente a la televisión, aunque su foco de atención es el celular y el computador, lo cual facilita la comunicación con varias personas, de manera inmediata y activa, por esta razón, su conflicto o inconformidad cuando intentamos establecer comunicación de manera  directiva o en una sola dirección, para obtener determinados objetivos por ejemplo, en el colegio y en la casa.

¿Entonces cual sería la solución?

En el proceso de comunicación debemos tener en cuenta la participación activa de nuestros hijos y su motivación, para lograr no solamente establecer un ambiente sano en el aspecto de convivencia  y emociones, sino para ayudarlos a desarrollar habilidades sociales.

Comunicación dialógica en la familia

Los autores Fernández, Millán y Buela-Casal proponen los siguientes principios para tener una comunicación dialógica:

-Establecer normas, responsabilidades y tareas que han sido previamente comunicadas y comprendidas por todos los miembros de la familia.
– Valorar las opiniones de cada uno.
– Tomar decisiones de forma conjunta utilizando el dialogo.
– Expresar de manera asertiva las necesidades.
– Cuidar los gestos, las miradas, la postura, es decir, que nuestras palabras coincidan con nuestro lenguaje no verbal.  
– Uso adecuado del espacio y momentos para comunicarse, no hablar cuando se está molesto, que estén presentes las personas implicadas, etc.
– Actuar y hablar con coherencia, de lo contrario nuestra palabra no tendrá valor.
– Ser empático, intentar entender lo que se quiere expresar.
– Escuchar con atención, no en función de lo que se quiere responder.
– Brindar apoyo emocional.
– Reconocer los errores y pedir disculpas.
-Facilitar la expresión de sentimientos y emociones.
– Valorar el esfuerzo del otro.

¿Qué debo tener en cuenta?

-No olvides que los niños aprenden por imitación, entonces no justifiques alguna mentira, no levantes la voz, ni utilices groserías, sé respetuoso con el punto de vista de los demás y escucha lo que los demás tienen por decir.
– Comparte, cumple y transmite normas y valores.
– Respeta y comprende los sentimientos y emociones expresadas por el niño, no te burles, ni minimices sus sentimientos.
– No descuides la proximidad y las muestras de cariño como abrazos, palabras de aliento, besos, caricias, etc.
– Es importante expresar y canalizar los sentimientos negativos como el enojo y la rabia, antes de inhibirlos o censurarlos, brindemos apoyo y consuelo.
– Evita expresar palabras de desilusión o frustración hacia alguna expectativa que tengas respecto a tu hijo.
-Exige respeto mutuo a todos los miembros de la familia, no puedes exigirlo, sin antes darlo.

 Fuente:

Fernández   Millán,  J.M. y  Buela-Casal   G. (2002).   Padres   desesperados   con   hijos   adolescentes. Madrid: Pirámide.

Gutiérrez,     A.     (2003).     Alfabetización     Digital. Barcelona: Gedisa.

Martínez, I. (2003). Estudio transcultural de los estilos de    socialización    parental.    Tesis    doctoral.

Aubert,  A.,  García,  C.  y  Racionero,  S.  (2009).  El  aprendizaje  dialógico.  Cultura  y  educación,  21  (2), 128-140.

Uña, F. (2000). Teorías y modelos de la comunicación. Praxis sociológica, 5, 33-79.

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